Hipómenes y Atalanta Guido Reni

Ubicación
Museo Nacional del Prado (Madrid)
Dimensiones
206 x 297 cm
Fecha
1618-1619
Soporte
Óleo sobre lienzo

Sonia Casal Valencia
Doctoranda en Historia del Arte y Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte Español
En esta pintura aparecen, en primer plano, las figuras semidesnudas de dos jóvenes. A la izquierda, en un forzado movimiento, una muchacha de melenas castañas, estira su brazo derecho para recoger lo que parece ser un fruto de color amarillento mientras que, con su mano opuesta, a la altura de la cintura, sostiene otro de estos elementos. El forzado gesto y un presumible viento provoca que la tela azulada que cubre sus genitales se desplace tras su espalda creando sinuosos pliegues. Su tez blanquecina y su vigoroso cuerpo contrasta con un rostro delicado y sonrojado, probablemente, del esfuerzo realizado.
Junto a la joven, en un plano más adelantado y a la derecha de la composición, se halla un muchacho imberbe de rizadas cabelleras castañas completamente desnudo salvo por una tela de color rosado, igualmente voladiza, que cubre su entrepierna. Su posición erguida permite apreciar una marcada anatomía y cierta actitud competitiva al volver su rostro hacia su compañera femenina que parece quedarse atrás.
Ambos personajes se hallan en un escenario natural de suelo terroso y cielo nocturno en cuyo segundo plano es posible apreciar, a izquierda y derecha de los protagonistas, sendos grupos de personas que bien podrían estar apreciando y observando lo que sucede ante sus ojos.
Esta obra está representando el mito de Atalanta e Hipómenes. Cuenta la leyenda que Atalanta fue abandonada en el Monte Partenio al nacer por su padre, pues el progenitor deseaba un varón, siendo la pequeña amamantada por una osa y criada por unos cazadores que impidieron que muriese.
Sus extraordinarias circunstancias y su vida en la naturaleza hicieron que Atalanta desarrollase unas excelentes capacidades físicas, especialmente en lo relativo a la velocidad y a la caza.
La joven tenía especial devoción por la diosa Artemisa y, como ella, rechazó el matrimonio imponiendo duras pruebas, con final mortal, a todos los pretendientes que se iban cruzando en el camino prometiendo que solo aquel capaz de superarla en una carrera podría conseguir su mano.
Tras haber acabado con la vida de muchos candidatos, un joven, Hipómenes, descendiente de Poseidón, planeó una estrategia para poder derrotar a Atalanta y conseguir, así, casarse con ella. Para poder realizar esta trampa, el muchacho llegó a un acuerdo con Afrodita quien le consiguió tres manzanas doradas del Jardín de las Hespérides. De esta forma, cada vez que Atalanta adelantaba a Hipómenes en la carrera, este dejaba caer una manzana dorada que, inmediatamente, la joven paraba a recoger embelesada por su encanto. Hasta tres veces tuvo Hipómenes que realizar esta táctica para conseguir ganar la carrera y finalmente casarse con ella. Uno de estos momentos, precisamente, es el que refleja Guido Reni en la obra a tratar.
Tal como había sido prometido, Atalanta se casaría con el pretendiente que le ganase una carrera por lo que ambos muchachos contrajeron matrimonio. La pasión entre ambos era tal que tuvieron un encuentro en un templo dedicado a la diosa Ceres o Cibeles, algo tan indecoroso que la diosa decidió castigarlos por tal atrevimiento convirtiendo a los dos amantes en leones y condenándolos eternamente a tirar de su carro, algo visible, por ejemplo, en la estatua dedicada a Cibeles que se encuentra en el corazón de la ciudad de Madrid.
Guido Reni es un artista italiano nacido en Bolonia en 1575, ciudad en la que pasaría gran parte de su vida y en la que realizaría un amplio número de sus creaciones artísticas. Su paso por Roma y Nápoles hace que el artista conozca y reciba influencias de pintores de renombre tales como Annibale Carracci o Caravaggio.
Asentado de nuevo en su ciudad natal como maestro pintor, realiza la obra a tratar hacia los años 1618-1619, pintura que pasó a formar parte de la colección del marqués Giovan Francesco Serra para posteriormente ser adquirida por Gaspar Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda y virrey de Nápoles en las décadas centrales del siglo XVII, con destino a Felipe IV, de ahí que a día de hoy todavía se conserve en el Museo Nacional del Prado.
La pintura de Guido Reni se enmarca dentro de la Escuela Boloñesa, una Academia de Arte creada en Bolonia a finales del siglo XVI y con gran presencia en la centuria siguiente como un contrapunto a los modelos del Manierismo, primero, y del Barroco, después, es decir, se podría decir que es una corriente clasicista dentro del arte del siglo XVII.
La característica principal de esta escuela y, por tanto, de Guido Reni, es la vuelta a los modelos clásicos, es decir, al equilibrio, la belleza y la armonía que presentaban las obras de la antigüedad, alejándose, así, de la pomposidad, artificiosidad y exageración propios del Barroco.