Los pájaros muertos Pablo Picasso
Ubicación
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid))
Dimensiones
46 x 65 cm
Fecha
1912
Soporte
Óleo sobre lienzo
Sonia Casal Valencia
Doctoranda en Historia del Arte y Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte Español
Describir una obra cubista se convierte, especialmente por escrito, en un ejercicio complicado por lo que, en muchas ocasiones, el propio título de los cuadros facilita la visualización del espectador. Esta pintura picassiana se conoce como Los pájaros muertos por lo que, llevando la mirada al centro de la composición se observa una redondeada cabeza con un pico triangular que da paso, en la parte superior, a unas patas llevadas a cabo con bastante realismo. En el ángulo opuesto, otro pájaro, realizado esta vez de manera más esquemática, despliega sus alas sobre lo que se podría interpretar como una mesa o tablero de color parduzco.
Si están muertos o no es algo que nos proporciona el propio título pues la descomposición de sus cuerpos en los diferentes planos solo parece indicar que se encuentran tumbados junto con otros elementos entre los que cabría destacar una botella, de la que se aprecia claramente su cuello en horizontal, y algunos recortes con diferentes letras de los cuales parece destacar, en la parte derecha, un objeto rectangular de color blanco y grisáceo sobre el que se lee, en letras negras, “JOU”, tres grafías que se podrían interpretar como el comienzo de una palabra más larga, probablemente “JOURNAL”, tratándose, por tanto, de un periódico situado encima del tablero.
Atendiendo a los elementos más fácilmente discernibles de este lienzo, una mesa o tablero, dos pájaros muertos, una botella y, al menos, un periódico, cabría vincular esta pintura con una naturaleza muerta, un género no inventado precisamente por Picasso, sino con una trayectoria de siglos que esconde, en muchas ocasiones, un complejo simbolismo.
Por tanto, ¿qué hay de nuevo en algo tan viejo? La respuesta está en la propia elección en cuanto a la representación de los objetos, es decir, en esa descomposición de planos tan característica del cubismo y con la que el malagueño puede querer que el espectador juegue pues esas tres grafías, “JOU”, podrían dejar de interpretarse como el comienzo de la palabra “JOURNAL” para convertirse en el vocablo francés “JOUER”, que significa “jugar” pues, al final, esta vanguardia no trata más que de jugar con los planos para dar una visión diferente de la realidad.
Pablo Ruiz Picasso demuestra, desde bien pequeño en su Málaga natal, sus dotes artísticas alcanzando brillantes resultados en las diferentes Escuelas de Bellas Artes de las ciudades donde vivió en su juventud, como A Coruña o Barcelona, para trasladarse posteriormente a Madrid donde conoce y analiza la magnífica colección clásica del Museo Nacional del Prado mientras acude, aunque pocas veces, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Cuando regresa a Barcelona, comienza a frecuentar un bar llamado “Els Quatre Gats” donde realiza su primera exposición y mantiene contacto con artistas catalanes mucho más influenciados por las vanguardias europeas que los tradicionales madrileños.
La atracción por esa actividad cultural más allá de los Pirineos lleva al malagueño a la capital francesa donde, tras algunos meses a caballo entre París y Barcelona, finalmente decide instalarse en Montmartre. Es en este lugar donde realiza en 1907, después de diferentes etapas y un continuo proceso de asimilación de diversas influencias, Las señoritas de Avignon, obra que, sin lugar a dudas, supone un antes y un después en el mundo del arte y el comienzo del llamado cubismo, vanguardia protagonista del lienzo a tratar.
Tras la realización de Las señoritas de Avignon, Picasso y otros cubistas como George Braque o Juan Gris, comienzan a desarrollar esta nueva forma de representación de la realidad, alejada por completo del realismo, el naturalismo y la tridimensionalidad buscada durante los siglos anteriores. El cubismo propone descomponer las figuras presentándolas en planos pudiendo observar, de esta forma, diferentes puntos de vista al mismo tiempo.
En el cubismo se podrían distinguir dos etapas o corrientes. Un cubismo analítico, desarrollado entre los años 1907 y 1911, en que las obras se descomponen en formas geométricas tan marcadas y en tantos planos que, en ocasiones, se torna complicado apreciar qué está representado, dificultad que se une al hecho de que los artistas suelen utilizar colores parduzcos que crean una sensación monocromática en esta vertiente.
Posteriormente, entre 1912 y 1914, se desarrolla el cubismo sintético en que se aplican colores algo más vivos y planos más grandes lo que provoca que sea más sencillo el reconocimiento de las figuras representadas.
La obra a tratar, Los pájaros muertos, por tanto, cabría enmarcarla en un período de transición entre ambas corrientes pues, aunque sintética para muchos, sigue conservando ciertos rasgos del cubismo analítico existiendo, no obstante, obras mucho más complejas y herméticas de esta vertiente.